martes, 18 de mayo de 2010

Carta No. 54 Abril 2010

Queridas familias de la comunidad:

El mes de Abril nos trae la alegría de la Pascua y es también el mes en que celebramos nuestras fiestas patronales, en honor de la Santa protectora de nuestra comunidad: Santa Catalina de Siena, titular de nuestra parroquia.


Para la vida de un cristiano creer en la resurrección de Jesús constituye la base, la zapata, en la que se edifica la fe. Afirmar que Jesús ha sido resucitado por el Padre, y que vive junto con Él y que su Espíritu habita entre nosotros, que nos hemos dejado asombrar e iluminar por este misterio, es el principal testimonio de los Apóstoles. Nosotros creemos en la resurrección porque creemos en aquellos que los vieron y estuvieron con Él después que hubo resucitado de entre los muertos, y además creemos que su testimonio es verdadero. Sabemos de quienes nos hemos fiado.


La misión básica de todo fiel cristiano, de cada uno de nosotros, no es sino la de transmitir este misterio, que se convierte para nosotros en la raíz de nuestra esperanza. Nos dice San Pablo que en todo momento, tanto en la vida como en la muerte, en la alegría como en la tristeza, en la risa como en el llanto, en la prosperidad como en la adversidad, somos del Señor. La fuerza está en ser del Señor; es decir, saber de quién nos hemos fiado, saber en quién ponemos nuestra confianza en la vida, saber con quién voy caminando mientras vivo en este mundo, saber a quién se dirige mi amor. Ser del Señor es saber, intima y profundamente, que mi vida tiene sentido pleno que todo lo que me sucede y suceda a mi alrededor tiene sentido desde el misterio de la encarnación de Dios, en Jesús, Nuestro Señor.

En ocasiones, o puede que muchas veces, ocurren hechos que ponen a pruebas nuestra fe y esperanza en el Señor, juez misericordioso de vivos y muertos. Todos conocemos muchos casos. Situaciones que pueden hacernos dudar de la presencia benévola del Señor en medio de nosotros, de su pueblo. Es ahí, en ese tipo de situaciones, donde con más fuerza se manifiesta el misterio de Dios. En definitiva, lo que realmente somos sólo lo sabremos cuando, como dice la Escritura, "veamos a Dios cara a cara".

La Resurrección, y el hecho de que seamos en todo momento del Señor, no significan que tenemos que desentendernos del mundo y de las cosas que aquí suceden; antes al contrario, precisamente porque creemos en la resurrección y porque somos del Señor, nuestro compromiso por construir un mundo como Dios quiere, mucho donde reine la paz, la justicia y la verdad, es más urgente y comprometedor. Para ello contamos con la con la Gracia, la fuerza de su Espíritu, y con todos los elementos que constituyen nuestra naturaleza humana, sobre todo con la voluntad y la libertad.

Nosotros, la Iglesia, también contamos con la inestimable ayuda de los santos y santas de Dios. Mujeres que, como Santa Catalina de Siena, sin dejar de tener puesto sus ojos y esperanza en las alegrías y promesas del cielo, luchó con extraordinaria fortaleza por reformar las costumbre y la corrupción moral que existía en la Iglesia de su tiempo. Se enfrentó a muchos peligros. Su vida es un ejemplo para todos nosotros. Es una doctora de la Iglesia.

Si nuestra misión de llevar el mensaje: ¡El Señor ha resucitado! Nuevos corazones responden " ¡En verdad resucitó! Entonces no podemos sino exclamar desde lo más profundo de nuestro ser: ¡Señor mío y Dios mío!

Con el cariño de siempre reciban todos nuestra felicitación. Que el Señor bendiga. Eduardo, Javier y Manuel de Jesús, párroco.

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